El rugby es un deporte de generaciones y de sagas familiares. También en el VRAC, donde tanto en la cantera como en el primer equipo juegan hermanos, primos y donde los hijos también recogen el testigo de sus progenitores. Con la boca pequeña se dice que «jugarán al deporte que ellos quieran», pero llevarles a entrenar a Pepe Rojo es lo que pide el corazón. El sueño, más lejano, es verles algún día debutar con el primer equipo. Y en casa de los Pírez ese sueño se convirtió en realidad recientemente.
La última jornada de la División de Honor, en la que el VRAC jugó y ganó en Altamira frente al Ordizia, dejó dos ilusionantes debuts. El de Manuel Jorqui, que recibió el premio al trabajo durante muchos años en la base, y el de Álvaro Pírez, que se estrenó con la camiseta azulona 30 años después de que lo hiciera su padre, Joaquín, con el por aquel entonces llamado VRAC – Granja Conchita. Le pilló el transvase del Lourdes al Valladolid Rugby Asociación Club en la cantera del colegio cuando el VRAC fue fundado en 1986. Años después debutaría con el primer equipo, con el que jugó dos temporadas. De aquella etapa, Joaquín guarda «muy buenos recuerdos», pero también reconoce que hubo momentos duros, «como derrotas contra Arquitectura 124-0». Otros tiempos.
Pero los casos de padre e hijo son opuestos. Mientras Joaquín comenzó a jugar al rugby con seis años, Álvaro no lo hizo hasta los 14. La ilusión de Joaquín estaba clara, pero no quiso forzar ni obligar a algo que Álvaro no quisiese. Así que el fútbol tomó el poder en casa durante un años, hasta que un buen amigo (al que Joaquín estará eternamente agradecido) ánimo al pequeño de los Pírez a probar en Pepe Rojo. «Lo de llevarle al fútbol lo hacía con cierta resignación, ahora al rugby lo hago encantado. El ambiente es fantástico».
Por motivos laborales, no toda la familia pudo acompañar a Álvaro en su estreno en Altamira con la camiseta del VRAC, pero Joaquín no faltó. «Llegar a División de Honor es muy difícil, pero quedarse es lo realmente complicado. El siguiente sueño es verle jugar un derbi, y si es en el José Zorrilla…todavía se me ponen los pelos de gallina al recordar lo que allí se vivió en 2016″.
Otra de las curiosidades en el cruce de caminos entre padre e hijo es la posición sobre el césped. Joaquín empezó como delantero y acabó como apertura. Una transformación más complicada para Álvaro en el rugby actual en España. De momento se desempeña como pilier (en Altamira relevó a Peisi), pero no se descarta que termine como tercera. Sea en el puesto en el que sea, el reto es que siga sumando minutos con el primer equipo del VRAC.