Acaba de cumplir 43 primaveras escasos días después de proclamarse de nuevo campeón de Liga. Alegría desmesurada. Júbilo y regocijo que no condicionó su retirada de la primera línea de batalla. "No quise seguir por el hecho de retirarme con un título. Tan sólo me seguía apeteciendo jugar. He tenido la suerte de despedirme así pero para mí lo primero es jugar", comenta.

Ya lo tenía asumido a principio de temporada. Sin embargo, desprende que su corazón, el mismo que late con fuerza por y para el VRAC, le pide seguir. El cuerpo… es otra cosa.

Las lesiones le han impedido rayar el nivel que hubiese deseado y las ha encadenado durante el año con demasiada asiduidad, algo que ha ayudado a decantar la balanza en pos de una retirada. También contribuyeron, admite, ciertos comentarios que le llegaban desde la grada. "Me duele no haber podido demostrar que me veía para seguir jugando", subraya Calle al tiempo que desliza que el trabajo y la competición no le han dejado el tiempo suficiente para que su cuerpo descansase como es debido.

Ya nos gustaría a muchos tener el compromiso, la disciplina como para aguantar el dolor sobre el firme como Fernando de la Calle lleva años haciéndolo. Disfruta con ello y de ahí que no desdeñe alternar el rugby en el segundo equipo con el judo -su otro deporte- la próxima temporada.

El club no lo va a abandonar. Seguirá "involucrado" sea como sea. Echará una mano en lo que se menester en la misma entidad que ha visto germinar y crecer desde sus inicios en el colegio Lourdes. Él formaba parte de ese primer equipo que hace 26 años se constituyó como Valladolid Rugby Asociación Club y, junto a él, fue esculpiendo una carrera de progreso y éxitos.

"He visto crecer al club siempre siendo partícipe. Ha sabido aguantar en tiempos difíciles y ahora se está comprobando el trabajo de los últimos años. El VRAC es una familia en la que, como en todas, hay discusiones, pero todos queremos tirar hacia delante y eso es lo que hace que funcione", arguye Calle, el mismo que vislumbra un grato futuro para la entidad en virtud de la calidad de su cada vez más prolija cantera y la futura creación de una categoría sub 23 que facilitaría el salto a División de Honor. Un escollo que otrora filtraba el aterrizaje de jóvenes jugadores en la élite

Pero antes de centrarse en el futuro más inmediato, Fernando de la Calle descubre cómo almacena en su retina con claridad fotográfica los instantes vividos en el final de temporada. Sufrido y satisfactorio. Logro taquicárdico, llegado por bemoles. "La clave ha sido las ganas de ganar que hemos tenido en los dos últimos partidos. A lo mejor no se ha hecho el juego que se ha entrenado, pero en el campo se veía que queríamos ganar y la motivación personal de partirse la cara por el de al lado", esgrime Calle quien no oculta que se emocionó al recoger las copas de campeones junto a Manuel Sevillano "Urullo" y Francisco Blanco. Presente, pasado y futuro del club.

Una entidad que, según su parecer, acaba de cuajar la mejor temporada de la historia (dos títulos y dos subcampeonatos). Lo que le lleva a destilar agradecimiento y buenas palabras hacia Lisandro Arbizu, el que ha sido el encargado de dirigir al equipo. Enaltece la naturalidad y la modestia de un mito del rugby y admite que le sorprendió ver cómo se le saltaban las lágrimas de emoción en las charlas del descanso de las finales de Liga y de Copa. "Verle llorar con esa emoción nos hizo saltar al campo a por todas", relata Calle, quien debutó con la selección española en un partido ante Argentina y frente a Lisandro, quien se hacía con la capitanía del combinado albiceleste en aquel encuentro, celebrado hace más de veinte años.

"Anoté un ensayo y él otro", puntualiza Calle. Se despidió de los terrenos de juego en la final, el mismo día que Lisandro Arbizu. Paradojas del destino. Casualidad o causalidad…

No en vano, ninguno de los dos pudo decir adiós al verde con minutos de juego. Calle se quedó con las ganas pero, en aquel preciso instante, entendió las circunstancias."Me fastidia no haberle podido demostrar lo suficiente como para haber jugado, pero no pasa nada. De Lisandro Arbizu he aprendido a soportar las malas críticas. Ver cómo le han atizado y él ha puesto la cara sin ningún tipo de acritud, a lo Nelson Mandela", apunta Calle, quien si bien ha opinado sobre el papel del último entrenador del VRAC, también se moja sobre su sucesor: Diego Merino.

Reconoce que su nombramiento le sorprendió, así como que le apena que no vaya a seguir jugando pues estima que aún le queda cuerda para rato si consigue restablecer plenamente su maltrecha rodilla. "Sabe de rugby, le gusta, sabe enseñar y algo que me parece muy importante, pregunta. Es una papeleta complicada pero le veo capacitado para sacarla adelante. Los más viejos vamos a estar ahí para echarle una mano en lo que necesita", asevera.

Una mano y un brazo si hace falta. Fernando de la Calle es hombre de club y su dilatada experiencia le avala. Una trayectoria impoluta. Soberbia. Puede que irrepetible…

Otra caña por favor, que se está muy a gusto…