El año tiene muchas semanas y la temporada muchas jornadas. Pero de nada ha servido para evitar una bonita y curiosa casualidad que durante el sábado y el domingo pasado se vivió en los Campos de Pepe Rojo. Y es que Diego Conde e Iñigo Conde, hermanos, debutaron en menos de 24 horas con los dos equipos más importantes del VRAC Quesos Entrepinares. Pese a sus tres años de diferencia de edad, ambos empezaron juntos hace cinco en la cantera.
Diego Conde Santiago (Valladolid, 27/9/1993) debutó con el primer equipo como pilier en el minuto 70 del encuentro que acabó con victoria del VRAC frente al CRC Pozuelo. Era su tercera convocatoria, después de haber viajado a Vigo y a Santboi, encuentros en los que comprendió que era casi imposible el debut: "Era muy difícil por la igualdad que hubo hasta el final en ambos encuentros", asume. En el regreso de tierras gallegas le tocó cantar con el micrófono del autobús. Eligió una de reggaeton para salir del paso. Esta vez no hubo incertidumbre porque Merino le advirtió antes del partido: "Calienta bien que hoy sales sí os sí", le dijo el entrenador. Y salió. Lo hizo además con un proceso gripal que le impidió poder ver el sábado a su hermano pero que no evitó su debut el domingo.
Iñigo Conde Santiago (Valladolid, 12/12/1996) se estrenó con el División de Honor B. Y también con victoria, en este caso frente al Bathco B. Iñigo, que juega de segunda línea, no tuvo ni que esperar a la segunda parte. Fue titular en su primera convocatoria. El pequeño de los Conde, Campeón de Castilla y León Cadete, está "muy contento", pero sabe que en la categoría y en el equipo "hay mucha competencia". En su caso sí pudo ver el domingo a su hermano. "Lo estábamos esperando todos en casa", dice sobre su debut. Y reconoce que hubo alguna broma por la coincidencia de los dos estrenos.
Ambos se acordaron en un día especial de su familia, de sus amigos y también de todos los entrenadores que han tenido en el VRAC desde que empezaron a entrenar en Pepe Rojo hace un lustro. La próxima alegría que quieren vivir los dos hermanos es la de convencer al tercero y más pequeño, Beltrán, de nueve años, para que también se sume a la familia quesera. Y están en ello…