Nuestro protagonista tiene un nombre difícilmente pronunciable para alguien que no domine el zulú, por eso Mthokozisi Cyprial Mkhabela es más conocido por su apodo “Zee” (se pronuncia “Si”). Apenas lleva cinco días en España y acude a nuestra cita escoltado por su compatriota y compañero Ewart Potgieter, fornido tercera línea que saca una cabeza y un puñado de kilos al bueno de Zee. A pesar de hacer frío ambos se presentan con una vestimenta muy ligera, quizá más propia de un benigno otoño vallisoletano. Aún desconocen los rigores de la climatología pucelana y Zee pregunta con preocupación hasta cuando dura el invierno en Valladolid. Recuerda con nostalgia la buena temperatura que hace ahora mismo en el verano austral.
Zee es menudo, fibroso y no aparenta ser jugador de rugby. Muestra mucho interés por la cultura española, se fija en todas las explicaciones que le ofrecen sobre nuestro país y prefiere tomar una copa de Ribera de Duero antes que una cerveza que tanto predicamento tiene entre los practicantes del rugby. Atento, educado, simpático, responde a nuestras preguntas acompañando las explicaciones con gestos hechos con sus manos.
Nació hace veintisiete años en Empageni, una pequeña localidad situada a 170 kilómetros al norte de la cosmopolita ciudad de Durban, tercera ciudad de Sudáfrica, el puerto más importante de África, un importante centro turístico y sede de los Sharks, uno de los más importantes clubes de rugby de su país.
Ha jugado al más alto nivel en su país formando parte de los Toyota Cheetahs y The Sharks del Super Rugby aunque su última temporada la disputó en Malasia, un atípico lugar para practicar el deporte del oval. Se muestra ilusionado por lo que pueda aportar al VRAC en 2022 y tiene ganas de hacer disfrutar al aficionado quesero por todo lo que se ha demorado su fichaje.
A los pocos meses de tu nacimiento se celebró en Sudáfrica la Copa del Mundo de 1995 que supuso un gran acontecimiento social y deportivo en tu país. ¿Creciste con la sensación de que el rugby era algo más que un deporte?
Habiendo nacido y crecido en Sudáfrica es evidente que para nosotros el rugby siempre es algo muy importante porque forma parte de nuestra cultura. La primera Copa del Mundo que recuerdo es la de 2007 ya que nací en 1994 y el primer Mundial que ganó Sudáfrica en 1995 me pilló siendo un bebé. Desde entonces he disfrutado de todas las Copas, 2011, 2015 y 2019. El rugby en mi país es parte de su idiosincrasia, de su cultura y por eso nuestro deporte es tan importante allí.
Has estudiado y jugado en lugares tan importantes como Glenwood High School o University of the Free State “Shimlas”. Cuéntanos cuándo empezaste a jugar y si en tu carrera ha influido haber formado parte de estas instituciones del rugby sudafricano.
Empecé muy joven, creo que solo tenía nueve años cuando comencé a disfrutar de este deporte y no he parado desde entonces. Practiqué el rugby desde niño para divertirme y pasarlo bien pero a partir de llegar a Glenwood me di cuenta que aquello podría pasar de ser algo simplemente divertido a ser una profesión, a dedicarme profesionalmente a ello. Mi “high school” era muy conocida por su gran nivel de rugby y allí empecé a comprobar que mis compañeros se lo tomaban muy en serio y que trabajaban para llegar a ser profesionales. No pasó mucho tiempo hasta que yo decidí seguir sus pasos.
Glenwood, mi instituto, es en gran parte responsable de mi juego actual y de cómo cambio mi forma de ver este deporte, pasando de ser simplemente un juego a convertirse en una manera de ganarme la vida. Desde mi instituto pasé directamente al profesionalismo.
Has participado en la Copa del Mundo Junior de 2014 que se disputó en Nueva Zelanda. Allí lograsteis derrotar en dos ocasiones a los Junior All Blacks de Richie Mo’unga o Damien Mc Kenzie y os proclamasteis subcampeones tras perder la final por un ajustado 20-21 frente a Inglaterra donde jugaban Maro Itoje o Ross Moriarty. ¿Qué pensabas mientras estabas en un acontecimiento tan trascendente como ese?
Cuando estás en una plantilla junto a los compañeros solo piensas en el día a día. Es similar a como trabajas aquí en el VRAC porque no cambia mucho la manera de ver las cosas con independencia de si estás preparando un partido de liga en España o una final del Campeonato del Mundo Junior. Obviamente los objetivos son diferentes pero la forma de trabajar día a día es la misma. Yo no podía pensar ¡guauuu, estoy en la final de la Copa del Mundo! Entonces el miedo escénico te puede atrapar. De no haberse aplazado por el Covid-19 nosotros deberíamos haber disputado la Copa Ibérica en Lisboa con el VRAC y tampoco podríamos estar pensando todo el rato en ello, en que se trata de una final, de un campeonato clave, debemos seguir trabajando y verlo como un partido normal.
Definitivamente reconozco que fue un gran privilegio y honor ser parte de aquella Copa del Mundo con los Junior Springbooks. A la vez, mientras estaba allí siempre intentaba ver el siguiente paso para avanzar, aprovechando la alegría y energía que suponía ser uno de los participantes. Todo el mundo en aquella selección te hubiera contestado lo mismo. Cuando estaba en la selección Sub-19 mi objetivo era formar parte de la Sub-20 y cuando lo logré ya pensaba en trabajar para acudir a la selección Sub-21 porque ese era el siguiente paso y así sucesivamente. Ese era nuestro objetivo, ir dando pequeños pasos para mejorar nuestra carrera y aprovechar las oportunidades pero al mismo tiempo pasarlo tan bien como pudiéramos.
Has tenido como compañeros a estrellas del rugby mundial como Malcolm Marx, Handré Pollard o Jesse Kriel. ¿Sigues teniendo alguna relación con ellos?
Sí, aún mantengo contacto con algunos de ellos, sobre todo con los chicos que formamos parte de aquel Mundial en Nueva Zelanda, por ejemplo con Malcolm. Hablamos y nos mantenemos informados de nuestra vida a través de las redes sociales.
A lo largo de tu carrera has estado a las órdenes de entrenadores como Franco Smith o James Du Preez, ambos con extensos currículums. ¿Qué importancia han tenido los entrenadores en tu vida profesional?
Por supuesto, Franco Smith ha sido uno de los entrenadores más importantes de mi carrera deportiva. Me entrenó en Free State Cheetahs de la liga Currie Cup para posteriormente llevarme al Super Rugby. Todos los entrenadores tienen sus propias personalidades y me voy quedando con aquellos aspectos que más me interesan a mi juego. Uno no puede quedarse con todo pero sí con aquello que pueda ser positivo y te impacte. Ha sido genial haber sido entrenado por un gran entrenador como Franco y también por James. Siempre aprovecho cada momento para hablar de todas las cosas buenas que he aprendido de mis entrenadores y que han contribuido a mejorar mi juego actual.
Has jugado al más alto nivel en el Super Rugby con Cheetahs y Sharks, sin embargo ahora vienes de jugar en Malasia. ¿Explícanos cómo has llegado a dar ese giro a tu carrera?
Lo que ocurrió es que estuve mucho tiempo en los Cheetahs y cuando iba a cambiar de equipo hubo algunos problemas y no se pudo cerrar el traspaso. No di mucha importancia a aquello porque mi único objetivo principal era seguir jugando al rugby independientemente del lugar. En aquel momento me hablaron de esta nueva competición en Asia y Oceanía donde había varias franquicias de países muy distintos. Acabé fichando por los Malaysia Falcons, un club donde estábamos muchos sudafricanos y pocos jugadores nativos. Se trataba de una nueva liga, con normas distintas y formatos diferentes, de modo que aproveché esta ocasión y decidí embarcarme en esta aventura refrescante, algo muy distinto a lo que había hecho hasta entonces. Es una competición en la que debían participar equipos de Australia, Nueva Zelanda, Fiji, Tonga, Hong-Kong y Malasia pero que no pudo arrancar por culpa del Covid. El ideólogo de esta nueva liga era el propietario del equipo australiano Western Force.
Explícanos cómo han sido las circunstancias para llegar a venir a España a jugar con el VRAC
En este caso es la primera vez que viajo sin la compañía de muchos compañeros de mi país como cuando lo hice a Malasia y por supuesto la primera vez que vengo a Europa. Es una nueva experiencia en la que hay dificultades como la barrera del lenguaje, pero no es muy grave porque mi intención es la de aprender vuestro idioma. A parte de eso todo ha sido perfecto, tan solo llevo aquí cuatro días y tanto Ewart como yo notamos que las principales dificultades de llegar como novato a un país se van solventando. Poco a poco vamos conociendo palabras del castellano y los compañeros nos están ayudando, han sido muy agradables con nosotros y nos van explicando cómo es la vida en Valladolid.
Has cambiado Durban por Valladolid, ¿qué diferencias encuentras a primera vista?
Por supuesto son evidentes las diferencias entre España y Malasia. Valladolid no es tan soleado y hace mucho más frío. En Durban puedo caminar en sandalias y pantalón corto y aquí no, así que lo primero que encuentro extraño es la temperatura. Por otra parte Durban es mucho más tranquila que donde nosotros vivimos (en el centro de Valladolid) porque hay mucha más vida, más ruido, más tráfico… Echo de menos el mar porque allí lo tenemos muy cerca y sin embargo aquí hay que coger el coche y desplazarse durante más de dos horas. Básicamente eso es lo más destacado del cambio. Me habéis dicho que la temperatura aquí es extrema, mucho frío en invierno y mucho calor en verano y esperamos seguir aquí el suficiente tiempo para comprobarlo.
En cuanto a similitudes, la gente es igual de acogedora aquí que en Durban. Cuando hemos entrado en las tiendas nos ayudan porque ven la dificultad que tenemos con el idioma. Los vendedores de las tiendas nos ayudan y nos facilitan la comunicación para comprar.
¿Te gustaría permanecer aquí un par de temporadas y utilizar esta experiencia como trampolín para jugar en otras ligas europeas más profesionalizadas?
Pues no lo he pensado todavía. La primera vez que contacté con el VRAC visité la página web y las redes sociales y me di cuenta de lo ambicioso que este club y que trabajan de una forma muy profesional. Espero que mi juego sea capaz de hacer cumplir todos los objetivos del VRAC. En principio pretendo disfrutar de la experiencia y adaptarme a la cultura española. Hay mucha gente que cuando llega a un club solo pretende mejorar su juego individual, este no es mi caso porque yo quiero disfrutar y sobre todo ser uno más del club contribuyendo al juego global del equipo.
Si me quedara aquí alguna temporada más, no solo me gustaría aportar mi juego dentro del campo, también me gustaría colaborar más allá y tener relación con los fans.
¿Cómo ha sido para vosotros esta primera semana en Valladolid?
Creo que en lo único que puedes pensar antes de venir es cuestionarte cómo va a ser el club, cómo serán los entrenamientos, si superaremos la barrera del lenguaje… Pero la semana ha estado muy bien, los entrenadores nos han preguntado cómo nos encontrábamos físicamente y si nos vemos muy secos físicamente podríamos comenzar desde el banquillo.
Pero estamos disfrutando mucho. Estamos viendo la gran profesionalidad del club, como los compañeros están trabajando muy duro en las sesiones de físico, no es algo que se lo tomen a la ligera. Estoy viendo la gran ambición que tiene el equipo. Las sesiones de gimnasio, los entrenamientos, estoy notando que los chicos están yendo a por ello, se están cumpliendo las expectativas que tenía, y estoy totalmente centrado en los próximos meses de temporada.
En la ciudad, la única cosa negativa han sido las bajas temperaturas, pero me han informado bien de ello. Aún estoy acostumbrándome a la ciudad. Una cosa buena es que nos han dado un coche para poder circular. Como sabéis, en Sudáfrica conducimos por la izquierda así que cuando nos equivocamos en una curva tenemos que dar toda la vuelta con mucho cuidado (risas). Pero con el tiempo nos acostumbraremos, al igual que con el parking, ya que es muy complicado aparcar en la zona en donde vivimos.
Tenemos muchas ganas de explorar la ciudad, ahora estamos centrados en los entrenamientos y no hemos podido hacer mucho más. Así que cuando podamos iremos a descubrir más de la ciudad, aunque ya nos habéis dado una pequeña vuelta por ella. También sabemos que hay mucho que ver aquí en España, no todo es el rugby. Creemos que disfrutar de la experiencia en la que estamos ahora es la clave, tenemos que disfrutar de las personas, la cultura y el ambiente.
¿Qué os han parecido Diego Merino y Gareth Griffiths, vuestros entrenadores?
Son una buena combinación. Lo digo porque Merino no habla muy fluido el inglés, pero cuando entrena se puede ver perfectamente la pasión con que lo hace. Y Gass ejerce de traductor y también se puede notar el gran entendimiento que tiene. Así que estamos disfrutando de los entrenadores y repito que se nota la gran profesionalidad y ambición que tiene tanto el equipo como los entrenadores.