En las categorías inferiores cansa ver a algún que otro entrenador cuyo único afán es ganar a toda costa. En estas edades la exigencia técnica todavía está en pañales, por lo que cualquiera que haya jugado un poco, o haya visto algún que otro partido, pueda ejercer de entrenador.

El vídeo que les adjuntamos a continuación pertenece a la intimidad del equipo. No obstante, nosotros, los padres de los jugadores, deseamos desvelarlo porque creemos que en él hallamos el perfecto ejemplo de un entrenador que es algo más que un entrenador.

Los padres llevamos a nuestros hijos a este club por diferentes razones, tales como que hagan deporte, que conozcan a otros niños, que se diviertan… Sin embargo, también buscamos algo más, algo diferente, algo que enriquezca a nuestros hijos en su formación como personas y que valores como el esfuerzo, el compañerismo, la unión, la entrega, el respeto a uno mismo y al rival, que el grupo está por encima de la persona, y que las personas son únicas y tienen un valor incalculable dentro del grupo… se instalen en ellos.

Casi todos los entrenadores consiguen un grado de mejoría técnica a lo largo de la temporada, y a veces un entrenador conjuga las cualidades necesarias para conseguir que al finalizar el año los niños hayan conseguido progresar en lo técnico y en lo humano. En definitiva ayudan a formar personas. Buenas personas.

Este fin de semana, con motivo del campeonato de España de Categorías hemos podido observar mil detalles que incitan a pensar que las cosas se están haciendo bien. Incluso muy bien y no nos referimos lo deportivo.

El que un niño golpee a otro de forma fortuita e inmediatamente después se olvide del partido y su única preocupación sea preguntar si su adversario está bien, supone una victoria, una gran victoria.

Los padres de los prebenjamines del VRAC nos hemos emocionado este fin de semana. Incluso hemos llorado, pero de alegría, debido a que nos hemos percatado de que nuestros hijos están en muy buenas manos.

Manos que exigen, aprietan, riñen, educan, apoyan, entienden, escuchan, ayudan, comprenden y que no ahogan. Manos que saben distinguir las cosas importantes de las secundarias. Lo secundario es que se gane o se pierda. Lo principal es lo que aprendes tras esa victoria o esa derrota.

Nuestros hijos han aprendido una lección que con suerte les acompañará para siempre, formará parte de ellos. Han comprendido que lo importante es lo que te has esforzado por conseguir algo. Reconocer en tu fuero interno que te has exprimido, que no te has guardado nada. Si lo consigues, has ganado y este fin de semana, nuestros hijos, han ganado.

Por todo esto, muchas gracias Juanjo. Muchas gracias Juanpi.