Una hinchada que siempre, hasta en los momentos más duros, ha estado al lado del equipo, codo con codo, alentándole y ayudándole a superarse. Jamás le ha dado la espalda. Nunca le ha dejado solo y eso, precisamente, es más que valorado entre los jugadores, cuerpo técnico, junta directiva…
Un equipo no es nada sin sus fieles. Sin los agasajos y ánimos que profieren desde la grada cuando parece que el juego no está siendo el mejor. Aficionados que son capaces también de intimidar con deportividad a un adversario que empequeñece y se derrite ante el calor que proyectan los seguidores.
Y es que el VRAC Quesos Entrepinares se siente resguardado en casa. El jugador número 16 aporta desde el graderío el coraje en los momentos de flaqueza y la celebración más cariñosa y sentida con cada victoria.
No cabe ninguna duda. Los hombres de Miguelón son conscientes de ello. El fervor azulón, cuando se desata, cuando fluye sin prejuicios, ayuda a derribar las delanteras más fornidas y a encerrar al contrincante en su zona de 22 hasta que, tras una buena jugada a la mano, el VRAC Quesos Entrepinares ensaya.
Sensaciones que, tras varias semanas de parón, el conjunto quesero quiere volver a sentir y hacer sentir a su fiel público, aquel que se olvida del frío y, en algunos casos de la resaca, para desgañitarse y gozar.
Últimamente, el feeling transmitido por el equipo no ha sido el más halagüeño. Las derrotas han sido dolorosas, en parte merced a las bajas y al desgaste, pero, ahora, y con efectivos recuperados, el equipo busca resurgir, ganar el domingo a la UE Santboiana para reconciliarse, si es que alguna vez se vislumbró algún atisbo de separación, con su hinchada, aquella que insufla el último aliento, el necesario para seguir mirando al frente con disciplina y entrega espartana.
Por todo ello, y como es tiempo de gozar, de disfrutar con el deporte del balón oval y animar al equipo, no lo dudéis, acudid el domingo al Pepe Rojo, pues sin vuestra ayuda no somos nadie.