Cuando un niño español empieza a jugar al rugby seguro que sueña con alcanzar la gloria del rugby profesional en la mejor liga del mundo, el “Top 14” francés. Todos los que le rodean le habrán explicado que es prácticamente imposible conseguirlo y mucho más aún si has nacido al sur de los Pirineos. Hasta hace poco tiempo, formar parte de la élite del rugby en Francia estaba al alcance de auténticos titanes o portentos físicos y técnicos. Hoy nuestros vecinos del norte se fijan cada vez más en el rugby español y por supuesto en el vallisoletano.

Un ejemplo de ello es Beltrán Ortega Martín, (13-1-2005) canterano del VRAC desde los seis años que responde a la perfección al refrán “de casta le viene al galgo”, porque este “galgo pucelano” tiene mucho pedigrí. Su padre, Javier Ortega “Pipeta” fue jugador del VRAC desde los orígenes del club hasta que más de una década después tuviese que dejarlo por motivos laborales. Su madre Toña, es prima de Perico Martín, “el chico de las zapatillas voladoras” que fue estrella con nuestro club y con el “rugby a siete” español por todo el mundo. Beltrán, que ha heredado de su padre el apodo y la pasión por el oval, es el crisol de esta interesante mezcla y por lo que adivinamos tiene madera de campeón y muchas ganas de trabajar duro para conseguir un billete a la gloria.

Beltrán superó unas exigentes pruebas de acceso para jugar y formarse con los jóvenes valores del prestigioso club ASM Clermont Auvergne, uno de los clubes más importantes del TOP 14 con sus cinco Campeonatos de Francia (18 subcampeonatos) tres títulos de la Challenge Cup o sus tres meritorios subcampeonatos en la Copa de Europa (2013, 2015 y 2017). Para que se puedan hacer una idea, los “jaune et bleu” (amarillo y azul) son un club con 15 secciones deportivas en las que el rugby es la auténtica estrella y que administra un presupuesto de casi 34 millones de euros (la Federación Española de Rugby no alcanza los seis millones) tiene un estadio en propiedad de 19.372 espectadores (el Stade Marcel Michelin) y cuyo animoso público fue nombrado en 2012 como el mejor de Europa.

Tres datos importantes para entender esta entrevista:

1) Unos 100 jugadores se entrenan a diario en el centro de formación compartido entre la sección de fútbol y rugby, 60 lo hacen con el balón esférico y 40 lo hacen con el balón oval.

2) El 75 % de los jugadores que han salido del Centro de Formación del ASM han logrado firmar un contrato profesional.

3) Martín Alonso, jugador vallisoletano de la cantera del VRAC, también estuvo en la misma situación que Beltrán. Se formó en dicha escuela del ASM, actualmente juega en el primer equipo del Stade Rochelais (segundo equipo en la clasificación del TOP14) y ya debutó con el XV del León.

Allí, en Clermont-Ferrand, vive, estudia, entrena y juega Beltrán. Durante las vacaciones de Navidad pudimos charlar animadamente con los dos “Pipeta”, padre e hijo, que nos relataron sus experiencias sobre la estancia de Beltrán en Francia y respondieron encantados a nuestras preguntas.

 

¿Cómo surgió la idea para que Beltrán llegase a vivir y jugar en Francia?

Javier: Lo que pretendíamos inicialmente era que pudiese estudiar un curso escolar completo en el extranjero. Como a él le apasiona el rugby tratamos de encontrar algún colegio en Inglaterra donde compatibilizasen una buena formación académica con una intensa actividad rugbística. Recibimos mucha información pero la clave fue contactar con Alejandro Baeza de Rugby Spain. Es un agente de representación que nos explicó el proyecto del ASM en Clermont-Ferrand y fue lo que nos animó a su madre y a mí para llevarle a realizar las pruebas de selección.

 

¿En que consistieron esas pruebas?

Beltrán: Convocaron a cincuenta chicos, casi todos de Francia aunque también había algunos extranjeros. Hicimos pruebas durante todo un día. Nos pesaron, midieron, tomaron tiempos de carrera en diferentes distancias, observaron nuestros pases, nuestra manera de placar, jugamos un “seven» y al final disputamos un partido de “quince”. De todos esos jugadores únicamente tres pasamos el corte: un chico francés que actualmente juega en mi equipo, Drederik De La Cruz, (vallisoletano y canterano de El Salvador) y yo.

 

¿Cómo fue la llegada a Clermont-Ferrand?

Javier: El 10 de agosto nos presentamos en Francia tres clásicos del rugby vallisoletano: Canito, Vaquero y yo. ¡Imagínate la escena, nosotros tres con un lomo, un queso, algunas botellas de vino y acompañando a Beltrán! Nos trataron maravillosamente. Pudimos conocer a Freddy Masso (Director Técnico del ASM) y recorrimos las excelentes instalaciones de la escuela de rugby. Nos explicaron el programa que sigue el club con los jóvenes, siempre basado en una premisa, si el jugador no logra buenos resultados académicos se vuelve a casa.

Freddy Masso nos explicó que habían escogido a Beltrán por su buen nivel general de rugby pero especialmente porque no había encontrado en él ningún tipo de vicios o defectos que dificultasen su aprendizaje posterior.

 

Beltrán: A partir de ese día me quedé solo sin conocer a nadie más allá de Drederick. Los primeros días fueron complicados porque para mí el francés era como si me hablaban en chino y yo estaba muy vergonzoso.

Nuestra vida se desarrolla alrededor de cuatro puntos: la residencia de jugadores donde vivimos en régimen de internado, el colegio donde estudio, La Gouttière que es el centro dietético donde nos alimentamos (almuerzo y cena) y por último Le Stade de Gravanches que es la ciudad deportiva donde entrenamos y jugamos.

En un día normal nos levantamos a las 7:00, desayunamos y voy andando hasta el  Colegio. Mi clase es algo especial porque está adaptada a jugadores que no somos franceses por eso tengo como compañeros a muchos hijos de los directivos de la empresa Michelín (patrocinador principal del ASM) procedentes de diferentes partes del mundo (argentinos, ingleses, brasileños…) Formalmente estudio “seconde” que viene a ser como 4º de la E.S.O. en España. Somos un grupo muy heterogéneo y por eso los primeros meses se han centrando fundamentalmente en hacernos aprender el idioma. Aunque curso todas las materias de enseñanza, el número de horas de lengua francesa es elevado para tratar de que sepa hacerme entender con el resto de mis compañeros.

Después de almorzar en el centro de La Gouttière (el resto de alumnos que no son jugadores del ASM lo hacen en el mismo colegio) vuelvo a clases y acabo a las 15:00. Al ser deportista me convalidan las dos últimas horas de la tarde y lo sustituyo con un entrenamiento específico que comienza a las 15:30 para un grupo reducido de jugadores entre los que me encuentro. Se trata de practicar técnica individual concreta para cada puesto. En mi caso se centran en el pase, la carrera y el pateo a palos.

Al acabar nos recoge un autobús y nos transportan hasta Les Gravanches, el centro deportivo que tiene siete campos de rugby, un gimnasio enorme y varias salas. Allí me junto con todos mis compañeros y llevamos a cabo inicialmente la sesión de gimnasio y posteriormente el entrenamiento con mi equipo. Todo ello hasta las 20:00 que es la hora a la que acabamos y cuando nos llevan a la Residencia. Allí estudiamos hasta las  22:00, hora en la que cortan el “wi-fi” de la instalación y nos obligan a meternos en la cama.

Javier: Hay que tener en cuenta que todo lo que realiza Beltrán forma parte de un meticuloso plan formativo. Los jugadores entrenan y estudian en dos ciclos de dos años, de modo que aquellos que vayan obteniendo buenos resultados académicos y sigan con su evolución dentro del rugby pasarán una evaluación al completar el primer ciclo. Si los resultados son satisfactorios podrán completar el segundo ciclo y rematar esos cuatro años dentro del ASM en Clermont-Ferrand.

Beltrán: En algunas ocasiones los jugadores del primer equipo se pasan por nuestros entrenamientos para vernos o ayudar a nuestros técnicos. Lo más curioso que me ha pasado es que un día estaba mi entrenador hablando por teléfono, se acercó a mí, me pasó su móvil y  me dijo: ¡ponte, que te va a hablar alguien! Cuando pregunté quién estaba al otro lado del teléfono me contestó Samuel Ezeala, un jugador español del año 99 que ha jugado de manera habitual en las categorías inferiores de España y que se hizo famoso por debutar con nuestro club en el Top 14 con apenas 18 años. Está considerado una de las perlas del rugby español y los aficionados españoles tienen muchas esperanzas de que debute con la selección española porque es un jugadorazo. “Samu” fue muy amable y me aconsejó trabajar muy duro. Me dijo que si logro estar centrado conseguiré todo lo que me proponga.

 

¿Aparte del rugby, a qué te gustaría dedicarte en el futuro, tienes pensado lo que vas a estudiar?

Beltrán: Aún no lo tengo claro, es verdad que de momento sólo pienso en el rugby pero cuando tenga que decidirme tendré muchas dudas. Tengo dudas entre medicina o enología, pero quizá me decida por algo que esté muy ligado al deporte.

 

¿Qué conocimiento tienen tus compañeros o tus entrenadores del rugby español?

Beltrán: ¡Pufff! Mis compañeros tienen la idea de que todos los españoles somos unos “fiesteros empedernidos” y opinan que en rugby somos malísimos y que no vamos a ser capaces de clasificarnos para el Mundial de 2023. Con los entrenadores no he hablado de este tema aunque me han preguntado por el VRAC, mi equipo, y les he explicado que es el mejor club de España y que hemos logrado una racha de triunfos históricos con una década inigualable por los títulos logrados. También les he contado que Valladolid es la auténtica capital del rugby español.

Javier: Respecto al conocimiento de los franceses del rugby español te puedo decir que se han sorprendido gratamente con el buen nivel de los chicos españoles en las pruebas de selección y más concretamente con el alto nivel de los vallisoletanos. Precisamente Alejandro Baeza (Rugby Spain) me ha comentado que ha hablado con Freddy Masso para tratar de hacer algunas de estas pruebas en Valladolid porque siempre será más fácil desplazar a dos o tres técnicos desde Clermont-Ferrand a Valladolid para examinar a un grupo de niños interesados que tener que enviar a varios niños desde España hasta el centro de Francia.

Beltrán: Yo estoy convencido que varios de mis compañeros de generación en el VRAC estarían plenamente capacitados para formar parte de mi equipo en el ASM. La mayor diferencia se produce a partir de los 18 años, pero desde Sub 14 hasta Sub 18 el nivel de los jugadores españoles es muy similar al de los franceses. En Francia facilitan mucho las cosas a los jugadores que se quieran dedicar al rugby, mientras que aquí todo es más complicado.

 

¿Has encontrado mucha diferencia deportiva?

Beltrán: Puedo darte una opinión, si mi equipo (el ASM) jugase ahora mismo el Campeonato de España, estoy convencido que lo ganaríamos sin ninguna duda. Es probable que hubiese equipos que nos marcasen algún ensayo pero la victoria en el Campeonato estaría asegurada al 100%. Fíjate en este dato, tengo un compañero que juega como segundo centro y a pesar de que tiene mi edad pesa 103 kilos y mide más de 1’80. Y no creas que es un tanque, es un chico muy fuerte pero coordinado y con gran movilidad. Nada que ver con mis 71 kilos…la preparación física no es muy diferente en cuanto al gimnasio, sin embargo la pretemporada ha sido la más dura de mi vida con diferencia. He descubierto que las palizas de preparación física han sido muy, muy exigentes.

Javier: La mayor diferencia se encuentra en el trabajo y seguimiento que se hace de estos jóvenes valores. Se trabaja con maquinaria específica para desarrollar las diferentes capacidades de cada chico, la coordinación, el contacto físico y las destrezas individuales. Les corrigen y pulen los pequeños defectos que encuentren en el pateo, en la manera de pasar o placar. Es un trabajo muy pormenorizado porque tienen muchos profesionales que trabajan a su lado, de hecho emplean con ellos las mismas técnicas que emplean con los jugadores profesionales.

Beltrán: Como estoy muy centrado en mejorar en el lanzamiento a palos, me están haciendo un seguimiento especial en este apartado. Obtienen fotos del momento del pateo y luego me enseñan esas fotos con diagramas y vectores sobre los aciertos o fallos posturales que cometo. Es muy interesante y ves enseguida todo lo que haces mal.

 

¿Hay algo que no te haya gustado especialmente en estos meses, qué es lo más negativo?

Beltrán: Realmente estoy muy contento con todo, pero sí que hay un aspecto que me resulta llamativo. En Francia solo se dedican a estudiar y a jugar, pero cuando acabamos los partidos el fin de semana no salimos a dar un paseo o a dar una vuelta con los compañeros como hago en Valladolid y lo echo de menos. Aquí, tras un partido, salgo con mis amigos que son los mismos compañeros del club. Eso no lo hacemos allí a pesar de que ya he hecho buenos amigos dentro del club. Ten en cuenta que desde que me levanto hasta que me acuesto vivo junto a ellos y son como hermanos para mí.

Javier: Uno de los planes del club es fomentar los lazos de amistad entre los jugadores y por eso les organizan acampadas, estancias y actividades para lograr ese objetivo. Han recorrido el Estadio Marcel Michelin, han dormido en tiendas de campaña en el mismo campo de juego donde entrenan, y han hecho acampadas en la montaña o junto a un lago para que puedan desfogarse un poco tras ese régimen tan estricto de internado.

 

¿Tienes algún compañero que destaque especialmente sobre el resto?

Beltrán: Sí, mi compañero Nicolás, el apertura del equipo es realmente bueno. Somos buenos amigos, pero es un chico muy serio cuando estamos en el campo. A mí me gustaría jugar en su puesto como hacía en el VRAC, pero es tan bueno que tengo asumido que mientras esté él será imposible. Cuando he jugado a su lado como primer centro es una gozada, te lo da todo prácticamente hecho y hace que mejoremos todos a su lado. Yo estoy convencido que Nicolás va a llegar lejos en el rugby. A pesar de que no me veo capaz de quitarle el puesto de apertura, ahora mismo tengo el objetivo de ser el mejor pateador del equipo y estoy entrenando duro para tener esa responsabilidad. Soy el segundo pateador y cada vez que tengo un rato libre entreno el lanzamiento a palos.

 

¿Qué relación mantienes con el VRAC desde la distancia, sigues los partidos, estás al tanto de la clasificación, te mantienes conectado por las redes sociales?

Beltrán: Por supuesto, siempre estoy conectado con lo que ocurre en nuestro club. Sigo la cuenta de Instagram y como todos mis amigos son del VRAC me cuentan las novedades. He podido asistir a la Copa Ibérica y he disfrutado como uno más.

 

¿Cuéntanos quiénes son tus compañeros de generación en el VRAC?

Beltrán: Ellos son como mi familia, son mis amigos dentro y fuera del campo: Carlos y Javier Pastor, Pablo Mateos, Alvar Escudero, Hernando Calleja, Hugo Serna, Teo Marcos…

 

¿La experiencia es muy positiva para Beltrán, pero imagino que también tiene que tener momentos duros tanto para él como para los padres?

Beltrán: Es duro pero reconozco que es una oportunidad increíble para mí y no puedo perder ni un minuto de aprendizaje. Paso mucho tiempo fuera de casa pero no pienso demasiado en ello porque tengo casi todo el día ocupado. Mi madre me ha dicho que no voy a ser capaz de estar en Clermont-Ferrand más de un año y yo le he respondido que pienso cumplir el ciclo completo de cuatro años.

Javier: Por supuesto que es duro, nosotros echamos mucho de menos a Beltrán, pero sabemos que él es feliz y que está aprendiendo deportiva y académicamente. A veces echo en falta cosas cotidianas como subir a Beltrán a los entrenamientos y partidos en Pepe Rojo. Toña y yo tenemos a nuestra hija pequeña y es la que nos da la vida, porque si no fuera por ella ya nos habríamos plantado en Francia cerca de Beltrán (Risas).

 

Javier, una última pregunta si me lo permites: ¿cuesta mucho dinero esta experiencia de Beltrán?

Javier: Nosotros pagamos exclusivamente el 25% del importe de la estancia en la Residencia. El 75% restante, el colegio, las clases específicas por ser jugador de fuera de Francia y todo lo relacionado con el club (ficha, material, ropa) está completamente subvencionado por el club.

 

Muchas gracias a los “Pipeta”, Javier y Beltrán por habernos detallado su experiencia con tanta amabilidad. ¡Mucha suerte!