Un "modus vivendi" que el "Chulo", como se le bautizó desde que aterrizó en el VRAC Quesos Entrepinares hace cuatro años, se alegra de haber absorbido desde que se percató de que no valía como lateral derecho en su Marbella natal, donde tuvo su primera cita con el oval a los siete años. Desde entonces se ha esforzado año a año por progresar, viviendo incluso su particular "Erasmus rugbístico" con 19 primaveras y tras acumular experiencia en todas las categorías inferiores de la selección española.

Se licenció en Inglaterra, en el equipo Old Elthamians, el cual le ofreció formación a través de un contacto de su club, el Marbella RC. No lo dudó y vivió una experiencia única que le valió para aprender inglés y aumentar sus conocimientos rugbísticos en la quinta división inglesa, un equivalente a División de Honor B.

Una odisea que se alegra enormemente de haber emprendido y que apenas le dio tiempo a asimilar en su Marbella natal pues, a su regreso, el VRAC Quesos Entrepinares ya había detectado en él una futura promesa.

"Nada más llegar mi padre me dijo que le habían llamado. Subimos hasta aquí y me gustó bastante la oportunidad de jugar en División de Honor y estudiar. Estoy muy agradecido por ello y por que me han brindado la oportunidad de estar en uno de los mejores equipos de España", apunta Molina, que acumula ya cuatro temporadas desde que fue adoptado por la familia del VRAC Quesos Entrepinares.

Y es que no vacila a la hora de admitir que eso es precisamente lo que ha encontrado en el club vallisoletano. Una familia, un clan (entendido en el mejor sentido posible de la palabra) que cuenta con una masa social que destila cariño sin pedir nada a cambio, algo que él valora con creces. "Que algunos aficionados me paren por la calle, me reconozcan y me feliciten por un partido me parece una pasada", desliza.

No languideció ante el frío que inunda Valladolid en los meses de invierno. Se acostumbró a él e intenta de manera incesante "contagiar" la mayor alegría que se respira en el sur. Por ello, se ha erigido como el pinchadiscos oficial del equipo tanto en los desplazamientos como en el calentamiento. "Veo muy importante poner música antes de los partidos, ya que carga de energía positiva a la gente", apunta.

Sostiene que el ambiente que respira el vestuario es excepcional, que está "cohesionado", lo que considera como "el arma esencial" para lograr los éxitos que el equipo ambiciona. "Veo el equipo como una familia. Somos hermanos y amigos", predica.

Un grupo unido que está "con muchas ganas" de sumar un título a las vitrinas del VRAC Quesos Entrepinares en sus bodas de plata y que pelea por pulir, abrillantar su juego y remendar los errores que acusa.

"Antes nos costaba ganar fuera, pero nos hemos dado cuenta de que tenemos un equipazo y que fuera también podemos hacer buenos partidos. Tenemos capacidad y estamos intentando resolver los despistes que sufrimos en algunos de los partidos. Practicamos un juego muy bonito y nos damos cuenta cuando salen las cosas de que tenemos calidad", argumenta.

Pinceladas para enmarcar, para colgar en el museo del oval patrio que Nacho Molina considera que convierten al VRAC Quesos Entrepinares en el "equipo que mejor rugby practica del campeonato". Lo ve diáfano, pero certifica que las gotas de rugby champán que practica el equipo se desbordan gracias a que son "los quince" jugadores los que dan la cara en cada contienda.

"Dentro de la plantilla hay gente muy buena, pero destacamos como equipo. Un jugador solo te puede meter un ensayo pero no ganar partidos si no tiene compañeros que le arropen", matiza el jugador que mantiene una fe ciega en las posibilidades del plantel para levantar el título de Líga. "SÍ, SE PUEDE", apostilla marcando aún más su alargada sonrisa.

En el plano individual, reconoce que esta es la temporada en la que mejor está rindiendo, pero se auto-califica como un "perfeccionista" que codicia "seguir progresando". La lesión de rodilla que sufrió la temporada pasada, el peor momento que vivió desde que se enroló en el VRAC Quesos Entrepinares dado que propició que se perdiese la final de la Copa del Rey, ha modificado su mentalidad. "Fue un punto de inflexión y me convencí de que tenía que currar más. Ponerme como un toro", dice.

Sin lugar a duda, se está convirtiendo en un "miura" al que mucha gente ve capacitado para representar a España. Cuando se lo dicen se le saltan los colores y se llena de orgullo, aunque despeja el asunto de la selección con talante y humildad. "Si tiene que llegar, llegará. Me encantaría, pero lo que busco es ganar la Liga con el VRAC Quesos Entrepinares. Que se prepare Valladolid", advierte.

Ansía repetir mágicos momentos celebrando un título como cuando el VRAC conquistó la Copa del Rey en 2010 en Segovia. Desea hacer feliz a la hinchada azulona con una victoria colosal. Hasta entonces, alterna su preparación espartana con la carrera de INEF, la cual le completa y espera acabar el año que viene.

Después, le gustaría dedicarse durante un año únicamente a la práctica del rugby para, más adelante, intentar encontrar trabajo de lo suyo o, incluso, proseguir su formación, encaminada al balón oval, en el extranjero, pues estima que la fórmula para que el rugby español progrese no reside en traer a jugadores y técnicos foráneos, sino en que los de aquí se nutran de experiencias y conocimientos en otros países en los que el rugby es algo más que un deporte.

Para él es "un estilo de vida" (el cual compagina con su afición por la fotografía y su ímpetu viajero) que "una vez te engancha, marca tu forma de entender lo que te rodea". "A mi me aporta amistades y el placer por jugar, algo que no cambio por otras cosas", añade Ignacio Molina quien, para concluir esta amena charla, enumera los valores que, a su parecer, no se pueden escindir del deporte que tanto ama: "Solidaridad, humildad y compañerismo".