Es el Mick Jagger del rugby nacional. Un viejo rockero que se agarra con uñas y dientes. No quiere bajarse del florido escenario. La acción le motiva y, mientras pueda, seguirá ayudando en lo que pueda a la delantera azulona. Con cuarenta años lo ha hecho en todos los partidos de la temporada.

"Las ganas de seguir me sobran. De momento me encuentro bien y con ganas, por lo que voy a continuar la próxima temporadas y quién sabe si algunas más. Lo que más puede complicarme son las cuestiones ajenas del rugby. Este año me he encontrado físicamente bien. No me he perdido ningún partido por lesión y sólo he tenido los problemas típicos de los contactos. Miguelón piensa que soy una pieza importante porque no le queda otra", bromeo el jugador eterno que, ha dedicado tres cuartos de su vida a la práctica del rugby.

Veintitrés de ellos en el primer equipo del VRAC Quesos Entrepinares. Una leyenda en activo que ha experimentado el cambio al semi profesionalismo, el cual intenta explicar, desde dentro, a los veteranos detractores.

El paso del tiempo arrastra sabiduría, la misma que le lleva a entender el juego, a evaluar lo positivo y lo negativo de una temporada en la que, según declaró, ha habido momentos en los que él no ha estado al "cien por cien", aunque se congratula de acabarla en el mejor estado físico posible.

Una campaña, a nivel colectivo, que tildó de "decepcionante". "Esperábamos estar bastante más arriba. Mínimo terceros y no quintos en Liga. Hemos sufrido lesiones importantes, pero lo que más ha afectado ha sido nuestra cabeza. En determinados partidos se nos nubla la vista, nos falta ambición, madurez. En Copa hemos hecho buen juego, pero nuestro peor partido fue en la final. Hubo falta de carácter", explicó.

No obstante, Calle es objetivo. Extrae conclusiones negativas y positivas, como pueden ser los instantes de brillantez rugbística que por momentos ha lucido el equipo. "Somos capaces de lo mejor y de lo peor hasta en un mismo partido. Eso te da rabia. No hemos sabido mantener una línea de juego", aseveró.

Resumen para una temporada en la que han dado el salto definitivo jóvenes jugadores a los que el sempiterno capitán ve con "calidad y disposición, ganas de aprender", pese a que sí reconoció que el paso hasta el equipo sénior "les cuesta".

Él está ahí para ayudarles. Su sapiencia en forma ovalada le convierte en una voz autorizada dentro de un vestuario por el que seguirá viendo pasar a más jugadores. Le queda cuerda para rato.