Y es que tiene cuerda para rato y por eso barrunta, sin vacilar, sin pestañear, su plena disponibilidad para el trascendental encuentro de este domingo ante el Bizkaia Gernika (12,30 horas, campos de Pepe Rojo) a pesar de que está terminando de recuperarse de una rotura de fibras en el gemelo. "Voy a llegar a tope. Voy a estar para lo que sea, para llevar el agua si hace falta…", desliza "Mosqui", que afirma que se siente incluso mejor que cuando tenía 24 años.

No se lo quiere perder. Es consciente de que es uno de los partidos más importantes del año y, pese a que en esta temporada las lesiones y la dura competencia le han impedido contar con muchos minutos de juego, su predisposición es infatigable, como la de todo el grupo. "El equipo está con unas ganas locas. Muy concienciado de que hay que conseguir una victoria que daría mucha confianza para afrontar el penúltimo partido de Liga en Ordizia, también clave", esgrime.

Un triunfo sería el mejor regalo de cumpleaños posible. Envuelto con cuidado y un cariño que desea compartir con unas gradas abarrotadas, con un ambiente sublime. Es un hombre de club y sus ojos adquieren un brillo especial cuando destila sentidas palabras sobre la hinchada que lleva 16 años agasajándole a él y a los suyos.

"La afición y la cantera son nuestro principal activo. Siempre hemos estado muy orgullosos de ella y es fundamental que este domingo vaya en masa a apoyar a los jugadores, que nos estamos dejando la piel en el campo", asevera "Mosqui" tras rememorar su primer contacto con el oval a los 24 años.

Una relación tardía pero que se dilata sin fisuras, sin visos de pinchar. Por aquel entonces ya atesoraba una trayectoria como adepto hincha aunque su deporte era el judo. Los compañeros de equipo de su hermano, el legendario Fernando de la Calle, insistieron hasta que, finalmente, pisó por un entrenamiento en Pepe Rojo.

El veneno del rugby se instaló en sus venas y, desde entonces, se ha candado a ellas. Se ha tragado la llave para evitar una fuga. "Me enganchó de tal manera que me lo empecé a tomar en serio. Debuté a las tres semanas ante el Liceo porque "Canas" estaba molesto con dos de los titulares. Durante el partido hubo varias lesiones y me tocó jugar. Íbamos ganando y al final perdimos, pero no fue culpa mía… ¡ehhh!", relata entre horcajadas que cortan momentáneamente el transcurso de la conversación.

Ha llovido y el club ha ido creciendo, se ha ido "haciendo grande" en valores como la "amistad" que "Mosqui" ha ido encontrado en sus compañeros de equipo, lo que más aprecia, el principal activo de lo obtenido gracias al rugby y al VRAC Quesos Entrepinares.

Progresión que no se estanca. La Liga a está "a tiro" y obtenerla puede ser la culminación, a su juicio, de cuatro años en los que se viene practicando "un rugby espectacular" y en los que se ha compuesto un núcleo de jugadores que se conocen "bastante bien", analiza.

"Hay un buen grupo con un muy buen rollo. No es cómo antes ya que mi generación era un grupo de amigos que fue creciendo con el club pero hay un muy buen ambiente. Los extranjeros y los fichajes se han adaptado de forma maravillosa y los jóvenes son la leche, muy majos. Si no hubiese buen rollo habría sido imposible conseguir lo que venimos haciendo", concreta con firmeza.

El equipo está cohesionado y se ve capacitado para alzar el título de Liga "sí o sí". "Sería precioso celebrar los 25 años del club con el título de Liga pero no hay que anticipar acontecimientos. El partido de este domingo es muy importante ante un rival muy completo, bueno en melé cerrada y en delantera y que practica un juego de tres cuartos para nada malo. Todos los equipos están bajando fuera de casa pero si no nos lo tomamos en serio desde el principio, vamos a pasarlo mal", advierte.

Un envite que centra la atención de "Mosqui", que propone con sorna que el pinchadiscos del equipo, Ignacio Molina, alias Chulo, cambie a David Guetta y Michael Teló por Bruce Springsteen o The Rolling Stones para el hilo musical del calentamiento. "Es un pesado… El dirá que ya viene el abuelo cebolleta pero yo procedo de otra cultura de rugby en la que el silencio era la mejor manera de concentrarse. Les entiendo, los tiempos han cambiado, pero no estaría mal que al menos me pusiesen a el Boss", apunta el jugador, cinéfilo empedernido, un romántico del séptimo arte que prefiere acudir a las salas de cine. Un clásico, como su trilogía favorita: El Padrino.

Pero para mitos ya está su hermano. Para él, el mejor jugador jugador que ha pasado por el VRAC Quesos Entrepinares. "Ya les gustaría a muchos jóvenes seguir al nivel que el sigue. Los chavales del club de judo Gimnasio Lourdes en el que está alucinan con él", sentencia su siempre voluntarioso hermano.