Tiempo (de principios de los noventa hasta los días que hoy nos ocupan) en el que Interbus ha sido capaz de reinventarse, de resurgir de sus cenizas con tesón y fe para capear una crisis con salto de la rana incluido o arrimándose al toro como José Tomás.
Pero vayamos poco a poco. Despacito y con buena letra… Actualmente, Interbus cuenta con una flota de ocho autocares (3 de ellos urbanos), algo más que modernos, pues la media de antigüedad de todos ellos no supera los dos años. Inversión que Jorge Ruiz expone en virtud de su compromiso con la comodidad de sus clientes y que tiene a su mecánico, menos azarado que el de otras empresas del sector. "Hay que hacer un esfuerzo pero merece la pena", atestigua Jorge Ruiz, quien pese a ser uno de los jefes, no se le caen los anillos si le toca ponerse al volante. Más bien le encanta.
Cuenta con once empleados (sus oficinas están situadas en el polígono industrial Las Lobas de Laguna de Duero) que gestionan, al margen del servicio de transporte diario a Zaratán, trayectos de agencias de viajes, asociaciones… Todos ellos, acaban encantados con el confort que hayan en el interior de sus vehículos al tiempo que con la experiencia de los conductores (rara vez necesitan el GPS) y su trato cercano.
Una empresa familiar que en 2011 recibió la Medalla de Oro al Mérito del Transporte en carretera otorgada por FENEBUS y el Ministerio de Industria y Transporte. Reconocimiento brindado por la competencia que da buena fe del encomiable quehacer de Interbus, la cual, en estos tiempos de pertinaz y sangrante crisis económica, les permite que ésta les toque de forma tangencial.
"Los tres primeros años de la crisis no la hemos sufrido nada pero en los últimos seis meses un poco. Nos ha tocado reducir gastos y controlar más los cobros. No obstante, dentro del sector transportes, estamos en expansión al ser el autobús más barato y más económico por lo que nos ha afectado menos", desgrana Jorge Ruiz, quien sufrió tiempos peores el año en el que Cobi y Curro (mascotas de los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla) se colaron en los hogares de España.
Problemas con un cliente les llevaron a la suspensión de pagos y a quedarse sin conductores y con un autobús de quince años que sólo iba a Zaratán. No tiraron la toalla y siguieron bregando para medrar y llegar donde están hoy. "Lucha, lucha y lucha" que equipara a la que ha sostenido el VRAC Quesos Entrepinares, al que ha visto crecer desde sus inicios.
Una entidad que, según arguye, es "un modelo de gestión" y en la que muchas personas tiran del carro de forma altruista, algo que, en su opinión, no se valora lo suficiente. "Trabaja con más de doscientos niños enseñándoles el deporte que más valores representa y en el que no hay malos rollos nunca. Se acentúa el trabajo en equipo y el respeto. Yo siempre he tenido con el VRAC una relación buena y cordial. Suelo ser el conductor del equipo en los desplazamientos y me encanta. Me llevo genial con los jugadores y disfruto mucho viendo los partidos", sentencia Jorge Ruiz, quien desliza que ve al equipo campeón a pesar de las lesiones que, a su juicio, han sido las que han auspiciado que su camino en esta campaña haya sido un tanto "irregular".