Toda la semana derivó en un viaje al pueblo guipuzcoano el sábado por la tarde. Tras ver la película de "Resacón en las Vegas" y momentos de risas y debates, llegamos al hotel donde cenamos la típica cena pre-partido, basada en pasta y pollo, aunque el pollo fue una pechuga entera por persona, sin salsa, que, como muchos comentamos, era un buen mazacote. Bromas aparte, nos fuimos a descansar, ya que todos sabíamos lo que nos jugábamos al día siguiente.
El calentamiento fue inmaculado, y cuando diez minutos antes entramos a ponernos hombreras, protectores bucales, etc, el ambiente de tensión superaba lo habitual. Tras las últimas consignas, salimos al tajo, a demostrar porque somos los actuales bi-campeones de Liga.
El descanso, más largo de lo habitual por las incidencias de la televisión que retransmitía el choque para País Vasco, fue un "stop and go", como dirían en el mundo del motor, de lo que vendría después. En mi opinión, la mejor segunda parte realizada por un equipo de rugby español en los últimos tiempos.
Afirmación que se explica con la superioridad en touch, moul y melé; a la precisión, habilidad y rapidez de los tres cuartos y el dominio a un rival de parecido nivel, frente al que se consiguieron dos ensayos que casi fueron tres si no hubiese sido por un inoportuno avant en zona de marca. Además, huelga añadir que el partido es fuera de tu feudo y que, defensivamente, no permites que el rival avance más allá del centro del campo. Esta es mi humilde opinión (puede que un poco subjetiva).
La fiesta fue un hervidero de risas, cánticos y bromas, desde la sidrería en el mismo pueblo, donde comimos un delicioso menú compuesto de Chuletón, tortilla de bacalao y bacalao, más el postre de queso de Idiazabal con membrillo, hasta la llegada a nuestra ciudad, donde algunos continuaron el festejo.
Destacar a Juan Carlos Pico (Rubio) como uno de los mejores del partido, tanto en ataque, distribuyendo y manejando el ritmo del partido, como en defensa, con sus placajes a contrarios con 20 o 30 kilos más que él.