"Cuando algo me gusta mucho, quiero dar lo mejor de mí, el cien por cien", desliza "ipso facto" en un español que progresa día a día pero que le gustaría hablar a la perfección…
Pasó a formar parte del Tiburones Grondano, una academia de rugby con la que ganó una competición en la que entraron en liza todos los institutos de Inglaterra con 17 años. Para aquel entonces, su preparación ya era cuasi profesional y vivía por y para el rugby.
Después se fue al Clevedon, de la National 3 inglesa, antes de pasar a la Universidad para estudiar "Sports Conditioning and Coaching". Entonces, alternó su participación con el equipo de la universidad y el Cinderford, de la National One. "Son años de mucho rugby, las 24 horas del día. Los mejores años de mi vida", narra Steve Barnes, quien, al acabar la universidad, continuó en el Cinderford al ritmo que trabajaba como monitor de gimnasio. "Entonces me surge un dilema…", apostilla.
No sabía si seguir jugando al rugby o dedicarse a la preparación física, su otra gran pasión, dado que asevera que también es feliz cuando ayuda a la gente a alcanzar el máximo de sus posibilidades. Tomó la tangente y tuvo claro que debía mezclar sus dos pasiones, por lo que se sacó el carné nivel II de entrenador por la RFU. "Quiero entrenar. Me encantan los niños y me gustaría dedicarme toda mi vida al rugby", añade Steve Barnes, antes de explicar su experiencia en tierras holandesas por un año y detallar cómo se fraguó su fichaje por el VRAC Quesos Entrepinares.
No obstante, antes se detuvo a desgranar el valor que se le da al rugby en su país, establecer sonrojantes diferencias y predicar la fórmula para lograr que el deporte que tanto ama progrese en España, el país que le ha acogido con los brazos abiertos en un ángulo de 180 grados.
"En Inglaterra se celebran días de puertas abiertas de rugby en todos los colegios para darlo a conocer ante los niños. La Federación inglesa invierte mucho en este sentido y en los colegios privados se hace mucho hincapié en enseñar rugby dado que lo consideran una escuela de vida, de valores. Es muy importante para ellos. Hay muchas academias de rugby. Aquí debería de introducirse más el rugby en los colegios, que se enseñasen más situaciones de rugby y así se abran los ojos de los niños", asevera Steve Barnes, quien tiene claro cual es el camino para que el rugby español progrese.
No vacila a la hora de asegurar que los jugadores españoles tienen mucho hambre pero opina que la federación debe ayudar a que el rugby, y sobre todo sus valores, penetren con mayor fuerza en la infancia. "El rugby enseña respeto, por uno mismo, por el adversario, por el árbitro. También esfuerzo y trabajo en equipo. Eso es algo que en otros deportes como el fútbol no existe", añade Barnes, un defensor a ultranza del deporte que venera y que le ha llevado a jugar en Holanda, en el Hilversom, durante un año y, ahora en el VRAC Quesos Entrepinares.
"Quería desafíos nuevos. En Holanda hice amigos para toda la vida y me resultó un poco más fácil adaptarme que aquí por el idioma. Llegué a España porque conocía a Jaike Carter y me lo recomendó. Los seis primeros meses fueron más difíciles por el idioma y la frustración a la hora de comunicarnos. Poco a poco entendía más gracias a la ayuda de Adam y Glenn, pero quiero aprender más y más español", manifiesta el talonador del VRAC, que ha ganado todas las ligas que ha jugado con sus diferentes equipos (un total de seis).
Lo que no aplaca su sed de victoria aliñada con esfuerzo constante. De ahí que el brillo de sus ojos cobre fulgor cuando habla del objetivo de la temporada: la triple corona (Liga, Copa y Súpercopa) y cuando rememora los bellos momentos vividos con la consecución de la Liga de la pasada campaña. Entretanto, construye un futuro en tierras vallisoletanas, donde ha hallado una nueva familia, en el VRAC, y está formando otra, pues su novia vallisoletana espera un retoño.
Y es que, señala que quiere quedarse en España, en Valladolid, donde la vida es "más tranquila" que en Inglaterra. Le gustaría desarrollar su faceta como educador en base al rugby, aunque admite que su español debe mejorar en este sentido y que las oportunidades son escasas, a diferencia de la que podría encontrar en su país.
"Estoy feliz aquí y a la búsqueda de una oportunidad que se me pueda presentar. De momento quiero jugar al rugby, pero me encantaría poder entrenar a niños y contribuir a educarles en los valores del rugby", reitera Steve Barnes, quien al ser cuestionado por sus otras aficiones, desprende que ya nos ha hablado de ellas. Para él, el rugby y la preparación física de otras personas lo engloba todo, aunque, para concluir, no desdeña sus ganas de viajar y conocer otros países.
Sea como fuere, Steve Barnes tiene claro que puede ayudar a la formación de las nuevas hornadas con su experiencia y la pedagogía sustentada en los valores del rugby con el objeto de esculpir verdaderos "gentleman" tanto dentro como fuera de los terrenos de juego. Conocimientos le sobran y transpira ganas por transmitirlos. Entusiasmo contagioso al igual que su sonrisa…