Han pasado las ocho de la tarde. En la calle tan pronto llueve como se desprende un calor del asfalto que obliga despojarse de la cazadora. Entramos en Gamazo 11 y los últimos clientes del día recogen sus diferentes encargos. Lo hacen satisfechos…

Turno para nosotros. Dispensamos la entrevista en el mostrador, desde donde Javier Fidalgo y su padre, Jesús, rezuman comodidad. Falta la tercera para, Milagros Hernández, la madre, pero entre los dos se bastan para explicarnos qué es Gamazo 11, qué la distingue del resto de empresas del sector, cómo les va, en qué medida les está afectando la crisis, cómo comenzó su relación con el VRAC Quesos Entrepinares y qué es lo que más les gusta del rugby.

De este modo, demoramos su hora de salida, la cual suele depender del volumen de trabajo. Las hora extras no les son desconocidas y cuando un cliente mayúsculo les hace un encargo no desdeñan encerrarse entre las paredes color verde pistacho que visten su local.

Un local que cuenta con tecnología punta (dos plotter y varias fotocopiadoras), la cual ofrece una resolución excepcional, válida incluso para planos de topografía. Calidad a la que ellos aportan su toque exquisito y su tiento, la delicadeza con la que hacen de cada proyecto, cada cartel, cada plano, cada fotografía… cuidadas obras e impolutas, algo que les ha granjeado un sinfín de felicitaciones.

"Empezamos por cosas del azar, medio en broma medio en serio. Hay bastantes cosas en las que está bien trabajar para uno mismo", desliza Javier, quien nos explica en qué estado se encuentra el sector y cómo les ha repercutido la crisis económica que, hoy en día, no deja escapar a casi nadie de sus afiladas garras.

En este sentido, y curiosamente, nos detalla que el volumen de planos de arquitectos e ingenieros que antes imprimían ha mermado bastante, buena muestra del desplome de la construcción y la ingeniería civil. Sin embargo, apuntan que, al haber más gente en paro, trabajan más con academias y cursos, a los que hacen los temarios, la cartelería…

"Vamos aguantando. La facturación no es igual pero nos mantenemos. Aquí y en Madrid han cerrado bastantes locales de reprografía", subraya Javier Fidalgo, quien nos desvela, junto a su padre, las claves de su resiliencia.

"Intentamos ofrecer un trato agradable y hacer un trabajo correcto y de calidad. Un buen acabado con productos de primera y a un coste menor. Ofrecemos una gran fiabilidad, trabajos muy especializados, y muchos de nuestros clientes ahora son amigos", apunta antes de señalar que están planteándose empezar a trabajar la cartelería exterior en su afán por diversificar el negocio. Paso que quieren dar con pies de plomo dada la coyuntura actual y el estado de la publicidad.

A renglón seguido, y antes de centrarnos en su colaboración con el VRAC Quesos Entrepinares, les inquirimos por los trabajos de los que se sienten más orgullosos. Entonces, nos percatamos de la gran fama que han conseguido merced a la meticulosidad y la limpieza de sus encargos.

Entre otros, imprimieron los planos del Centro Cultural Miguel Delibes y de varios tramos del tren de Alta Velocidad (AVE), el cual les ha valido el reconocimiento y las felicitaciones de ADIF. "Con el AVE teníamos 96 cajas con los planos. Todo el local lleno. Después nos felicitaron y eso, precisamente, es lo que más satisface. También ver que los planos que salieron de aquí luego se convirtieron en el Centro Cultural Miguel Delibes", anota Jesús Fidalgo, quien reconoce, por otro lado, que todavía no se aclara mucho con las reglas del rugby, pero está convencido de que "forma personas".

Su hijo y propietario de Gamazo 11, Javier, sí sabe qué pita el trencilla al momento. Jugó durante años en el colegio San Agustín junto a su hermano y siempre que puede acude a Pepe Rojo a seguir las evoluciones del VRAC Quesos Entrepinares.

Entidad con la que lleva colaborando desde hace seis años. Una relación que se inició cuando el club tenía la sede y la oficina en la calle Colmenares y Ángel de la Calle "Mosqui", jugador del primer equipo y ex gerente del club, comenzó a ir a Gamazo 11 a imprimir la cartelería del club. "Surgió la posibilidad de ayudar y estamos encantados", comenta Javier, quien resalta el saber estar y el respeto que destila la práctica ovalada, algo que también trasladan a su negocio, a la relación con sus clientes. "Respetarle, que quede contento, repita y nos recomiende", sentencia. No nos cabe duda.