Llegó en silencio y se va entre aplausos y abrazos, muchos abrazos. Mario Barandiarán ha dejado huella en el VRAC Quesos Entrepinares. Entre pequeños y mayores; jugadores y técnicos; directivos y aficionados. Todo el que le ha conocido se ha quedado un recuerdo inmejorable de una persona cercana, generosa, abierta y sobre todo volcado con un club que ha sido durante estos últimos meses su familia. El VRAC echará de menos a Mario, pero aquí queda todo lo que este argentino, "padre de María y de Emilia y abuelo de Emma" (es de lo único de lo que presume), ha enseñado en su para nosotros cortísima estancia (¡Qué rápido se pasa lo bueno!).
 
Por eso, Mario, las puertas del VRAC quedan abiertas para ti, para tu familia y para tu gente. Y gracias por tu rugby, tu sapiencia y tu corazón. ¡Te esperamos!