Todo lo bueno llega a su fin, “cuelgo las botas” y, además, no lo hago con pena, sino con un sentimiento de agradecimiento tan grande que mi única preocupación ahora es saber si algún día voy a poder devolver al rugby, al club y a todos sus integrantes todo lo que me han dado.

Quiero aprovechar estas letras para agradecer. Agradecer a esa generación del 87´que me arropó desde el primer momento como si fuera uno de los suyos, y en especial a “Chita”, principal culpable de que jugase en el VRAC.

Gracias a ese primer entrenador que tuve en el equipo, Jorge Gañán, y a esos “veteranos” que confiaron en mi desde el principio y que fueron para mí un referente y una inspiración. Gracias Calle, gracias Mosqui.

Gracias a todos mis entrenadores, ya que de todos aprendí algo. Especialmente a Miguelón y Merino por transmitirme esa confianza que todo jugador siempre necesita para hacer las cosas bien. Gracias al trabajo del staff técnico y médico: importantísimo su trabajo diario en mi vida deportiva.

Gracias a las diferentes directivas con las que he coincidido y que siempre han hecho lo mejor para el club de manera desinteresada, así como a todas las personas que colaboran de alguna forma con el VRAC: prensa, comunicación, voluntarios, etc.

¡¡Muchísimas gracias a la afición, esto sin vosotros no puede ser posible y… hacedme hueco que la temporada que viene me uno a vosotros!! Quiero agradecer el apoyo de las peñas que nos empujan todos los domingos en cada partido, en especial a ese frente (FCQ) encabezado por Bobillo, a la peña “El Tornillo” que ha llevado el escudo del VRAC con orgullo por todo el mundo y a la peña La Línea, no tan longeva, pero con ADN quesero. También a mi amigo Luis Diez, que ha convertido su casa en la casa de todos los que amamos el VRAC.

Agradecer el apoyo por parte de los patrocinadores y de las administraciones públicas que han hecho posible que hayamos vivido y vivamos una época dorada en el club, mencionando especialmente a “Quesos Entrepinares”. No se podría entender “el Vrac sin el quesos”.

Y, como no, a mi familia por la paciencia, el entusiasmo y el consuelo durante todos estos años, apoyándome siempre, en la tierra y en el cielo.

Por último, agradecer a todos mis “hermanos” el esfuerzo y la dedicación que habéis puesto peleando partido a partido a mi lado, defendiendo nuestros colores y nuestro escudo, ¡¡no os cambio por nadie!!